MENUDO LÍO
Juan José
Millás
Hay que
redefinir las palabras populismo, radical, extremista, antisistema… Hay que
redefinir sensato, moderado, constitucionalista… Ha sido tal el grado de
perversión que hemos introducido en el lenguaje, que de repente está todo por
hacer. Como en el principio de los tiempos , tenemos que poner nombre a las
cosas. ¿Cómo llamar, por ejemplo, a la acción de estafar a los jubilados con un
producto basura al que sin embargo se
llama preferente? ¿Qué verbo utilizar para denominar el disparate de que el
autor de la estafa esté en su casa y el juez que intentó meterle en la cárcel
en la calle? Ahí tenemos un reto. Consensuemos un nombre. Es importante que
cuando llamemos robar a robar estemos de acuerdo en lo que queremos decir.
Quizá lo estuvimos algún día, en un tiempo remoto, pero ahora mismo está todo
confundido. Constitucionalistas, por ejemplo, son los que cambian un artículo
fundamental de la Constitución por la noche, a espaldas de todos, mientras que
anticonstitucionalistas son los que defienden el derecho, consagrado en la
Carta Magna, a una vivienda y un trabajo dignos. Vaya lío.
Hay que
volver a ponerle nombre a las cosas, pues. ¿Con qué término o conjunto de
términos podríamos expresar la vergüenza provocada por la noticia de que el 95 %
del dinero que el Estado recibe por los impuestos procede de la gente,
entendiendo por gente nosotros, usted y yo, porque las grandes empresas y los
ricos disponen de herramientas para escaquearse? ¿Cómo explicar, con qué
sintaxis, que el Estado, lejos de perseguirla, alienta esa distribución tan
injusta de la riqueza? O bien no hay palabras o bien las hemos utilizado en los
últimos tiempos de tal modo que hemos pervertido su sentido. Urge restituírselo
o inventar una nomenclatura nueva. Tendríamos que construir las frases de
manera que su significado no dejara lugar a dudas, que no se pudieran manipular
para expresar lo contrario. ¿Cómo llamaríamos a la prevaricación o, mejor aún,
cómo llamaríamos al hecho de proyectar sobre otro los instintos prevaricadores
propios? Es mucha responsabilidad para
una palabra, pero hay que intentar hallarla para dejar de actuar a ciegas.
Ahora mismo, a oscuras como estamos, deberíamos reinventar hasta la palabra
luz.
Levante emv
2-6-2014
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