La derrota de Almansa 300 años
después
Vicente Simó Sendra
Los valencianos hemos vivido en los últimos años el peor desastre de la historia reciente, los efectos más traumáticos y visibles de este desastre son el deterioro de nuestro tejido productivo y la aniquilación de nuestro sistema financiero.
Tenemos la
sensación que las desgracias del pueblo valenciano se iniciaron con la derrota
de la batalla de Almansa y la proclamación del decreto de Nueva Planta en 1707.
En los albores del S. XVIII se perdieron los Fueros, las libertades y el
autogobierno, y en los inicios del S. XXI estamos arruinados y nos han dejado
sin entidades financieras autóctonas, que nos aportaban seguridad, capacidad
crediticia y autonomía. Han sido incapaces de conservar los bancos y cajas que
nos legaron nuestros antecesores y que ahora por su culpa hemos perdido.
El 25 de
abril de 1707 el duque de Berwich, defendiendo los derechos dinásticos de los
Borbones, derrotó a las tropas del archiduque Carlos de Austria en la batalla
de Almansa. En agradecimiento Felipe V nombró a Berwich duque de Llíria y de
Jérica, toda una ironía. La proclamación del decreto de Nueva Planta que dio
fin a la guerra de Sucesión, borró sin contemplaciones los fueros del
Reino de Valencia y su capacidad de autogobierno.
Después de
300 años, los valencianos hemos vuelto a sufrir otra derrota, que se ha llevado
por delante a Bancaja, CAM y al Banco de Valencia. La ineficiencia y el mal
hacer de nuestros gobernantes nos ha dejado sin sistema financiero propio
en poco más de 15 años, con un silencio generalizado, tanto fuera, como dentro
de la Comunitat Valenciana. Las próximas generaciones juzgarán los hechos y
criticarán con razón la pasividad y la sumisión que ha mostrado la sociedad
valenciana ante una hecatombe que esteriliza nuestro presente y va a
condicionar para siempre nuestro futuro. A parte de perder nuestro dinero, se
ha vulnerado nuestra dignidad.
El primer
president de la Generalitat Valenciana del Partido Popular puso en marcha una
Ley de Cajas de Ahorro, por la que los políticos designaban como consejeros y presidentes
de las citadas instituciones financieras a otros políticos. Esta forma de
control político, fue aceptada por la oposición, cuyos representantes también
accedían a los cargos y las prebendas, en su cuota correspondiente. De esta
forma la clase política pasó a manejar libremente el sistema financiero
valenciano.
A ese primer
president de la Generalitat, le sucedió por designación, otro del mismo
partido, que al año fue “premiado” con la presidencia de Bancaja, que a su vez
llevaba aparejada la del Banco de Valencia. No podía llevar a nada bueno
confundir en el mismo saco político a cajas y bancos. Las primeras han costado
a los contribuyentes el dinero y el esfuerzo de muchos años y en el
segundo, el del Banco de Valencia, además se han visto afectados casi cincuenta
mil accionistas.
La operación
financiera y política no ha podido ser más nefasta para los intereses de los
valencianos y nadie puede pensar que no haya responsables. Parece, que a costa
del bienestar de muchos, unos pocos se han enriquecido. Quienes no tenían nada,
ahora son ricos, mientras otros han perdido una importante parte de su
patrimonio y la Comunitat está en el vagón de cola del país.
La crisis
financiera valenciana ha supuesto la pérdida de los tres pesos pesados de las
finanzas y se ha llevado por delante, lo que costó más de un siglo de
trabajo, audacia y sacrificio. Bancaja, CAM y Banco de Valencia, han sido
víctimas de la negligencia, del mal hacer de unos políticos, o de personajes
designados por ellos en función de su afiliación política.
Quiero
pensar que la indolencia, que dicen que nos caracteriza, no nos impedirá
coincidir en que los valencianos no nos merecemos esto y que ha llegado el
momento de exigir responsabilidades. Los políticos deberán asumirlas, del mismo
modo que los ciudadanos pagamos y asumimos nuestros errores. El pueblo les
elige para que administren con diligencia y honradez los intereses de todos,
que deberían de haber defendido con mayor lealtad que los suyos propios.
La batalla
de Almansa supuso un punto y aparte en la historia de la Comunitat Valenciana,
en el que perdimos el autogobierno y la dignidad como pueblo, que merece
cualquier país inicuamente conquistado. Trescientos años después comprobamos
que las consecuencias de aquella derrota prosiguen con un alto coste para los
valencianos. ¿Hasta cuándo tenemos que seguir aguantando como pueblo?
Vicente Simó
Sendra, empresario y presidente de Pro Banco Valencia.
Artículo
publicado en el Levante-EMV del 23/12/12
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