dimecres, 26 de desembre del 2012

Opinió


La derrota de Almansa 300 años después
Vicente Simó Sendra

Los valencianos hemos vivido en los últimos años el peor desastre de la historia reciente,  los efectos más traumáticos y visibles de este desastre son el deterioro de nuestro tejido productivo y la aniquilación de nuestro sistema financiero.
Tenemos la sensación que las desgracias del pueblo valenciano se iniciaron con la derrota de la batalla de Almansa y la proclamación del decreto de Nueva Planta en 1707. En los albores del S. XVIII se perdieron los Fueros, las libertades y el autogobierno, y en los inicios del S. XXI estamos arruinados y nos han dejado sin entidades financieras autóctonas, que nos aportaban seguridad, capacidad crediticia y autonomía. Han sido incapaces de conservar los bancos y cajas que nos legaron  nuestros antecesores y que ahora por su culpa hemos perdido.
El 25 de abril de 1707 el duque de Berwich, defendiendo los derechos dinásticos de los Borbones, derrotó a las tropas del archiduque Carlos de Austria en la batalla de Almansa. En agradecimiento Felipe V nombró a Berwich duque de Llíria y de Jérica, toda una ironía. La proclamación del decreto de Nueva Planta que dio fin a la guerra de Sucesión, borró sin contemplaciones  los fueros del Reino de Valencia y su capacidad de autogobierno.
Después de 300 años, los valencianos hemos vuelto a sufrir otra derrota, que se ha llevado por delante a Bancaja, CAM y al Banco de Valencia. La ineficiencia y el mal hacer de nuestros gobernantes  nos ha dejado sin sistema financiero propio en poco más de 15 años, con un silencio generalizado, tanto fuera, como dentro de la Comunitat Valenciana. Las próximas generaciones juzgarán los hechos y criticarán con razón la pasividad y la sumisión que ha mostrado la sociedad valenciana ante una hecatombe que esteriliza nuestro presente y va a condicionar para siempre nuestro futuro. A parte de perder nuestro dinero, se ha vulnerado nuestra dignidad.
El primer president de la Generalitat Valenciana del Partido Popular puso en marcha una Ley de Cajas de Ahorro, por la que los políticos designaban como consejeros y presidentes de las citadas instituciones financieras a otros políticos. Esta forma de control político, fue aceptada por la oposición, cuyos representantes también accedían a los cargos y las prebendas, en su cuota correspondiente. De esta forma la clase política pasó a manejar libremente el sistema financiero valenciano.
A ese primer president de la Generalitat, le sucedió por designación, otro del mismo partido, que al año fue “premiado” con la presidencia de Bancaja, que a su vez llevaba aparejada la del Banco de Valencia. No podía llevar a nada bueno confundir en el mismo saco político a cajas y bancos. Las primeras han costado a los contribuyentes el dinero y  el esfuerzo de muchos años y en el segundo, el del Banco de Valencia, además se han visto afectados casi cincuenta mil accionistas.
La operación financiera y política no ha podido ser más nefasta para los intereses de los valencianos y nadie puede pensar que no haya responsables. Parece, que a costa del bienestar de muchos, unos pocos se han enriquecido. Quienes no tenían nada, ahora son ricos, mientras otros han perdido una importante parte de su patrimonio y la Comunitat está en el vagón de cola del país.
La crisis financiera valenciana ha supuesto la pérdida de los tres pesos pesados de las finanzas  y se ha llevado por delante, lo que costó más de un siglo de trabajo, audacia y sacrificio. Bancaja, CAM y Banco de Valencia, han sido víctimas de la negligencia, del mal hacer de unos políticos, o de personajes designados por ellos en función de su afiliación política.
Quiero pensar que la indolencia, que dicen que nos caracteriza, no nos impedirá coincidir en que los valencianos no nos merecemos esto y que ha llegado el momento de exigir responsabilidades. Los políticos deberán asumirlas, del mismo modo que los ciudadanos pagamos y asumimos nuestros errores. El pueblo les elige para que administren con diligencia y honradez los intereses de todos, que deberían de haber defendido con mayor lealtad que los suyos propios.
La batalla de Almansa supuso un punto y aparte en la historia de la Comunitat Valenciana, en el que perdimos el autogobierno y la dignidad como pueblo, que merece cualquier país inicuamente conquistado. Trescientos años después comprobamos que las consecuencias de aquella derrota prosiguen con un alto coste para los valencianos. ¿Hasta cuándo tenemos que seguir aguantando como pueblo?
Vicente Simó Sendra, empresario y presidente de Pro Banco Valencia.
Artículo publicado en el Levante-EMV del 23/12/12

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