Jaime Miquel és analista electoral i nét del que fou alcalde d'Ontinyent Jaime Miquel Lluch. La seua lucidesa a l'hora de valorar les diferents opcions polítiques està fora de tot dubte.
¿Responde a un plan, o es producto de la incompetencia?
Jaime Miquel
Quizá ahora se entienda con más claridad lo que venimos explicando desde julio del
2012, y es que el sistema electoral general está fragmentado y
sustentado por tres de cada diez personas, especialmente mayores o
representativas del pasado. Dicho de otra forma, ya no existen
posiciones hegemónicas de nadie en el territorio. Si el PP obtuvo el 37,
5 % de los votos válidos y el PSOE el 27,8 % en las elecciones
municipales del año 2011, en las del año que viene se les espera hacia
el 30 % y el 20 % respectivamente. Si esto es así, ¿cómo es posible que
plantee el PP un corte en el 40 % de los válidos para fijar alcalde?
Porque no lo han estudiado, lo han estudiado mal, o porque un corte
inferior plantearía dificultades que no advertimos a bote pronto y no
vamos a investigar.
Con independencia de la motivación de esta reforma, de lo que hablaremos luego, la única manera
de valorar este tipo de propuestas es calculando los resultados que
produce. Todo lo demás son conjeturas. La cuestión es que los resultados
de las elecciones municipales del año 2011 no son la base sobre la que
hay que hacer los cálculos, porque esa situación corresponde al ciclo
hegemónico del PP, que finalizó en julio del 2012. La situación actual
es otra, pluripartidista y de mayor fragmentación que la constituyente
(1977-1979). Es necesario, por lo tanto, disponer de estimaciones
actualizadas de la intención de voto para saber de qué estamos hablando
exactamente, y es imprescindible conocer todos los detalles de la
propuesta, lo que no es el caso.
Disponemos de las estimaciones de la intención de
voto permanentemente actualizadas, lo que nos ha permitido calcular
determinado supuesto de modificación de la ley, en uno de los ámbitos
hegemónicos del PP, que es la Comunidad de Madrid,
cuyos resultados municipales estimados son: PP, 32 %; PSOE, 19 %;
Podemos, 16 %; UPyD, 11 %; IU, 6 %; Ciudadanos, 5 %; VOX, 4 % y otras
candidaturas o voto en blanco, 11 %.
El supuesto que hemos calculado es el que asigna
la mitad mas uno de los concejales a las listas más votadas que alcancen
el 40 % de los votos válidos, y en caso
de que ninguna lo haga, pasen a una segunda vuelta las que hayan
obtenido el 15 %; porque entendemos que ahí se encontrarán el PP y el
PSOE mejor que en una segunda vuelta entre los dos más votados, si es
que de verdad están haciendo las cosas con números.
En concreto, hemos calculado este supuesto de ley
en los 24 municipios de 30.000 o más electores de la Comunidad de
Madrid, que reparten 620 concejales y suman 4 millones de electores,
representando el 88 % del censo de esta comunidad. El PP solo alcanza el
40 % de los votos válidos en dos municipios, que son
Torrejón de Ardoz y Pozuelo de Alarcón. ¿Lo saben? Imaginamos que sí,
luego el objetivo de la reforma debe ser eliminar a terceras opciones
mediante el filtro del 15 %, o de un modo más contundente, disputando
una segunda vuelta las dos listas más votadas. En concreto, en la
Comunidad de Madrid, IU solo pasaría a la segunda vuelta en Rivas
Vaciamadrid, y UPyD en Las Rozas
y Pozuelo de Alarcón, y no entrarían en contienda Ciudadanos ni VOX,
aunque los primeros alcancen el 7 % en Las Rozas y los segundos el 9 %
en Alcobendas.
Lo que suponemos que sabe el PSOE, es que ellos
tampoco pasan el corte en Tres Cantos, Valdemoro, Torrejón de Ardoz,
Alcobendas, Rivas, Las Rozas, Colmenar Viejo, Majadahonda, Boadilla del Monte
y Pozuelo de Alarcón, que suman 10 de los 24 municipios que estamos
estudiando. Sin embargo, esto es mejor para los socialistas que los dos
primeros. Entonces tampoco pasarían en Pinto ni en San Sebastián de los
Reyes.
Dicho de otra forma, lo que se plantea el PP es eliminar a terceros, para mayor concentración de la representación, sobre todo en candidaturas que hayan conseguido ser las más votadas, y esto es lo que abre el gran debate.
Lo primero es por qué ahora. Porque los resultados
de las elecciones europeas han formalizado la fragmentación del sistema
de representación, y es lo que se ve, pero han reducido drásticamente
las expectativas electorales del PP y del PSOE en términos absolutos o
en número de votos. Por lo tanto, las listas más votadas serán, en todo
caso, listas muy poco votadas o muy al alcance de las sumas de terceros.
¿A quién beneficia?
Lo segundo
es si lo han pensado bien o saben lo que significa, porque viene a
representar la retirada del bipartidismo de Cataluña, el País Vasco y el
norte de Navarra, las Castillas para el PP y Andalucía para el PSOE. Si
esto responde a un plan, es aún secreto, aunque más bien parece
incompetencia; no han calculado los costes cuantitativos y cualitativos,
o los han calculado con información errónea. No le recomendaríamos al PP modificar esta ley en las circunstancias actuales.
Lo tercero es qué situación de facto plantea.
Esos alcaldes fijos que hemos visto en el ejemplo madrileño, estarían
respaldados en la calle por casi dos de cada diez vecinos, clara minoría
social, por lo que están obligados a buscar acuerdos con terceros.
Sucesos similares a los de Gamonal en Burgos, son la contrapartida a
estos alcaldes fijos si no consiguen salir de la minoría social de la
que parten y esto, tal y como están las cosas, es mucho más que peligroso.
Lo cuarto es a quién beneficia todo esto, tema de otro artículo. En el sistema general, la simplificación que propone el PP elimina a IU y UPyD, y le niega la entrada a Ciudadanos y Vox, luego en el medio plazo
beneficia a Podemos, porque pasa el corte del 15 % en 19 de los 24
municipios de la Comunidad de Madrid de 30.000 o más electores que vimos
antes, y es la segunda fuerza política en diez. Lo que nos lleva de
nuevo a la pregunta de si responde a un plan o es incompetencia.
Lo quinto y último nos enseñará algo. Si el PP
decide sostenella y no enmendalla en contra de todos, no hay plan que
valga, porque estarán haciendo caso omiso a las peticiones de profundo
cambio en la mentalidad y actitudes, y se demostraría que, como en la
URSS de finales de los ochenta, el problema son los burócratas.
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