EL TORO
Francisco Esquivel
Wert está que lo tira. Ahí donde lo tienen, nació sobrado. Hasta hoy ha
campado a sus anchas sin esconder su verdadera identidad. Recuérdenla.
En pleno debate sobre la Ley de Enseñanza y, ante el aluvión de críticas
procedentes de todos los confines menos de uno, salió al centro del
ruedo para hacernos saber que él es «un toro que se crece en el
castigo». Sí, señor, la respuesta que se espera de un ministro de
Educación, no diría que heredero del proyecto pedagógico que supuso la
Institución Libre de Enseñanza ni siquiera hijo putativo de Francisco
Giner de los Ríos, pero, en fin, tampoco lo puede tener todo el tal José
Ignacio. Aunque tiene lo suyo. Ahora le ha dado por martirizar a los
erasmus creando cada día nuevas incertidumbres alrededor de ellos. Qué
será lo próximo, ¿decir a todos los que están con las becas que, a su
finalización, habrán de hacer prácticas en las fuerzas de choque de la
OTAN? Y no sólo siembra la inquietud, sino que los que deberían
impedirlo, en lugar de ello, le ríen las gracias. Él puede bramar, mugir
y bufar pero si el portavoz de Educación en la Comisión Europea
denuncia que el muerto que le han echado a ésta desde le ministerio
sobre el reparto de fondos destinados a los españolitos esparcidos por
el continente es «basura», entonces el tal Denis Abott sí que es un
impresentable. Rajoy salió en defensa de su eslabón perdido para los
restos; Cospedal, inmediatamente detrás y el presidente murciano estuvo
al quite en cuanto aterrizó en Bruselas: «Si al final todos perdemos el
norte porque buscamos más la payasada, el efecto que el fondo, resulta
que uno termina perdiendo la razón, aún cuando pudiera llevarla. El
respeto es algo muy importante. Se puede decir "usted miente" de mil
maneras distintas». Gracias, señor Valcárcel. Siendo así, entonces le
digo al ganadero y a los insignes defensores de este toro algo que,
aunque muy fuerte, seguro que la mayoría comparte: ¡Sois estupendos!
Levante emv 14-11-2013
Levante emv 14-11-2013
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