dilluns, 1 de juliol del 2013

Juan José Millás


Normalización
Juan José Millás
Se dan ustedes cuenta de que el Gobierno, a base de insistir y de insistir, ya ha logrado normalizar la palabra reforma en contextos donde vendría mejor crimen, desaguisado, barbaridad, desatino, dislate? Reforma laboral, reforma educativa, reforma bancaria, reforma fiscal, reforma sanitaria, reforma judicial? Más aún, Rajoy suele decir que va a profundizar en las reformas donde debería decir que se dispone a dar mayor hondura a nuestra tumba. La normalización del horror comienza por las palabras. Llega un momento en que ni lo notas, igual que el que padece el Síndrome de Diógenes deja de percibir con el tiempo el olor de las basuras acumuladas debajo de la cama.

Blesa ha sido exonerado de toda responsabilidad casi sin que nos enteráramos. Sobre el asunto de las trece fincas falsamente atribuidas a la infanta, ya ni nos preguntamos por qué. Alicia Sánchez Camacho, esa mujer de unos principios morales de acero inoxidable, detiene una investigación judicial en marcha a cambio de dinero (que donará, dice, a modo de coartada). La fortuna de Bárcenas se duplica de un día para otro. Podríamos hacer una lista de las cosas que ya no nos producen asco porque el asco se ha normalizado gracias a la utilización masiva del término reforma. Lagarde, por ejemplo escribió a Sarkozy: «Estoy a tu lado para servirte, utilízame». Úsame, decía un bolero machista. Tal es lo que le proponía la directora gerente del FMI al entonces presidente de Francia. Lagarde como objeto.

Así es como nos utiliza ella a nosotros, a usted y a mí, como un pequeño producto de consumo. Un producto basura. Uno de esos chismes adquiridos en la tienda de chinos de la esquina. Se suena los mocos cada día con nosotros, se limpia el culo con nosotros, recoge los restos de la encimera de la cocina con esta parte del sur de Europa convertida en bayeta de la troika. Pero luego, va y le pide a Sarkozy que haga con ella lo que ella hace con nosotros. Estoy a tu servicio, utilízame. Según los expertos, esto es lo que ocurre en los burdeles: que el jefe de personal intolerante con los otros solicite una sesión de disciplina inglesa para sí mismo. Otro caso de normalización de lo raro, de lo monstruoso, de lo que no debería ser.

Levante emv 30-6-2013

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